El gimnasio de boxeo de Consti, por Ezequiel S

Me llamo Ezequiel, soy del barrio de San Telmo y tengo 19 años. Empecé boxeo cuando tenía más o menos 13 años porque en un flash me gustó y también porque al mediodía y a la tarde no tenía nada que hacer. Fue por no quedarme sin hacer nada a la tarde, pero además estaba piola porque descolgaba un toque de todo un poco, pero después de cobrar no quise ir más porque me dio bronca.
Entrenaba en la calle Hornos, en Constitución con un profesor que era ruso y se llama Vladimir. Lo que más me gustaba era pelear y ver peleas de los pibes que más tiempo le llevaban porque aprendes un poco de los pibes grandes. Ahí había gente de todas las edades y yo era el más chico.
El gimnasio era medio tumbero pero las ganas de enseñar que tenían los profes era muy grande que es lo que más se destaca del gimnasio. Es en un sótano al costado del ferrocarril. Hay cinco bolsas, un cielo y tierra y un pitchbull. El ring es viejo y hace mucho ruido cuando lo pisas.
Lo más duro de los entrenamientos de boxeo para mi era hacer soga. Yo aprendí con cables de televisión y me costó mucho pero de los golpes aprendí todo. Lo máximo que hice fueron quince minutos sin parar, pero los más viejos hacían cuarenta o cuarenta y cinco minutos saltando sin parar.