El día que conocí a mi viejo, por Diego B

Resulta que un día mi vieja me llevó a la casa de mi abuela en Hurlingham y en la casa de ella vivía el hermano de mi viejo que se llama Marcelo. Mi tío que se llama Magno me pregunta si quería ir a pasear, yo le pregunté a dónde y me dijo que primero íbamos a la cancha y después a comer a Mc Donald's.
Bueno, arrancamos, primero fuimos a donde se juntaba mi viejo y sus amigos, el lugar se llama "La esquina del gallo" que está en Barrio Mitre, Villa Tesei.
Cuando llegamos mi tío me señaló a mi viejo y me dejó sólo, se fue a comprar. En un momento mi papá se acercó e intentó hablar conmigo. Yo la verdad que no hablaba mucho, contestaba las preguntas que él me hacía. Después de pasar un momento, conocí al que ahora es mi hermano Maxy.
Él me molestaba un poquito porque era muy chiquito y jodía como todo bebé, bueno, a todo esto, emprendimos el viaje a la cancha de Morón. Yo viajaba en el Falcon de mi viejo con mi tío, su novia, un amigo de ellos, y por supuesto, mi papá y yo.


En eso que íbamos yo escucho que mi viejo decía que tenía que cargar líquido de frenos y justo media cuadra antes de entrar en la Shell hubo una frenada brusca de todos los autos, y nosotros como nos faltaba líquido de freno, chocamos muy levemente contra una camioneta que iba adelante llena de hinchas de Atlanta.
Yo me golpeé la cabeza y me asusté por todos los hinchas, "trasca" casi todos teníamos camisetas de Morón. Yo lo miré a mi papá para ver lo que hacía, él me miró y me acarició dónde me golpeé. Se bajó y yo pensé que se iba a pudrir todo, pero no pasó nada. Los de Atlanta ni se bajaron. Lo que me llamó más la atención es que mi papá sacó el capot del Falcon y lo tiró al costado diciendo "Lo tiro a la mierda, total en casa tengo como tres de éstos". Yo me quedé soprendido y seguimos el viaje, nos fuimos a cargar líquido de frenos.
Llegamos a la cancha y había una banda de gente. Te digo la verdad, yo estaba medio asustado pero me contenían mi tío y mi viejo, él me puso un trapo en el cuello y entramos.
Era un quilombo, todo el mundo gritando y saltando, pero bueno, la pasé muy bien. Morón ese día ganó 1-0. Hablé con mi papá antes de irme y él me dijo que nos íbamos a volver a ver, la verdad que yo no le creí, pero bueno.
Mi tío me llevó a festejar al Mc Donalds y comimos. A la salida me compró un pez dorado que se me cayó cuando él me llevaba en la bicicleta pero no se murió porque lo pusimos en un vaso con agua.
Cuando llegué le conté a mi mamá y se quedó sorprendida, mi hermana también.
Lo bueno de todo esto, es que para mi Morón es más que un sentimiento porque me unió con mi perdido padre.
Desde ese día, empezamos a ver a mi viejo más seguido hasta el día de hoy.